¿Cómo afecta la contaminación lumínica en los océanos?
¿Sabrías definir qué es la contaminación lumínica? ¿Sabrías definir la contaminación lumínica en los océanos? Lo cierto es que todos tenemos una idea de lo que es pero nadie ha llegado aún a un acuerdo para definirla. Depende de a quien le preguntes, la definición varía. Nuestro invitado para el último programa de ICUES en El rompeolas, Airam Rodríguez, la planeta como la «alteración de los niveles de luz naturales durante la noche».
Actualmente, los humanos invertimos una gran cantidad de energía en iluminar espacios que probablemente no usemos. Suele suceder con las farolas de los núcleos urbanos, pero también con zonas más alejadas como son los polígonos industriales. Sobre esta contaminación lumínica se ha hablado mucho, los efectos que tiene en algunas aves migratorias o en el propio descanso de los animales terrestres pero, ¿Qué sucede con los ecosistemas marinos? ¿Llega la contaminación también por debajo de la superficie del mar? La respuesta a esta pregunta es sí y gracias a Airam Rodríguez hemos podido conocer con más detalle cómo afecta la contaminación lumínica en las especies marinas.
Efectos de la contaminación lumínica en las costas
Cuando nos alejamos de los núcleos urbanos varios kilómetros, podemos seguir viendo la luz que se emana de ese núcleo. El ‘Skyglow‘ puede llegar a cientos de kilómetros desde las ciudades. Lo mismo sucede en los océanos. Alrededor de un 22% de las costas, es decir, una quinta parte de todas las zonas costeras del mundo, sufren los efectos de la contaminación lumínica en los océanos.
La luz no se queda en la capa más superficial del mar, sino que esa luz puede descender varios metros.
El uso de luz en las ciudades hace que parte de la luz emitida por las farolas se refleje en el suelo y acabe también en la superficie del mar. Una parte de esta luz es reflejada, pero otra parte entra dentro de la columna de agua a la que llega.
Se estima que hay un gran área de agua contaminada por la luz bajo la superficie. Algunas de las zonas más contaminadas, según nos cuenta Airam, son el Golfo Pérsico, el sureste asiático o el Mar Mediterráneo.
La llegada de luz a zonas en las que biológicamente los organismos que allí habitan no están preparados tiene grandes consecuencias en su comportamiento. En la superficie, los seres vivos han evolucionado bajo ciclos de luz y de oscuridad. Con la luz artificial lo que estamos haciendo es alterar esos ciclos de vida.
Generalmente se piensa que el nivel de la luz tiene que ser muy alto para llegar a alterar el comportamiento de las especies. Sin embargo, la realidad es que el nivel lumínico que puede afectar estos ciclos es bastante bajo. Para que nos hagamos una idea, la luz nocturna a la que estamos acostumbrados los seres vivos es la del brillo lunar. Este destello puede llegar como mucho a 1 lux (medida lumínica). Nuestra producción de luz está entre 3 y 100 lux en algunas ciudades. Por debajo de 1 lux el ciclo vital de algunos organismos ya puede verse alterado.
Efectos directos en las especies marinas
Hay organismos que no se ven afectados por la luz (a gran profundidad) pero otros sí lo hacen. Estos organismos son los que viven en zona fótica (primeros 200 metros de profundidad) o las aves marinas. Los efectos que la contaminación lumínica tiene en estos seres son, por ejemplo, en el desove de los corales o en las migraciones verticales que el plancton realiza por la noche. Dos comportamientos de organismo marinos muy importantes para la salud del océano.
En tortugas marinas o en aves, el efecto es una muerte directa. En el caso de las tortugas marinas, cuando los huevos nacen en la orilla del mar, las tortugas intentan caminar hacia el horizonte más iluminado por instinto, ya que la orillad el mar suele estar iluminada por el reflejo de la luna o la espuma que se forma al romper las olas. Sin embargo, la luz de las ciudades cerca de la costa hace que cambien esa percepción y se dirijan hacia el sentido contrario.
En el caso de las aves marinas, el efecto es similar a los de las tortugas, ya que el primer vuelo de los pollos sin los padres es hacia el mar. Con el exceso de luz, estos pollos se desorientan y acaban chocando contra antenas, edificios o depredados.
Un total de 70 especies de aves marinas en todo el mundo se ven afectadas por la contaminación lumínica. Sólo en Tenerife, según nos cuenta Airam, en una campaña de rescate de aves se recogieron 3.000 pollos de Pardela Cenicienta en apenas 20 días. Si tenemos en cuenta que en torno a un 40% nunca es rescatado se habla de 5.000 aves.
¿Qué se está haciendo y cómo podemos cambiar sus efectos?
Nuestro invitado en el programa ‘Los ICUES de CORI. La contaminación lumínica en el mar‘, Airam Rodríguez es especialista en contaminación lumínica en el mar. Doctor en Biología por la Universidad de Sevilla. En la actualidad es profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. Como miembro del grupo de Ecología Terrestre, ha realizado una estancia post-doctoral en Australia de dos años para estudiar el efecto de la iluminación en dos especies de aves marinas: la pardela de Tasmania y el pingüino enano.
Gracias a su experiencia tratando la contaminación lumínica en los océanos y sus efectos en distintas especias marinas, los consejos que nos propone para reorientar nuestra actitud con respecto a este tema son varios. Uno de ellos es colaborar en campañas de rehabilitación de aves marinas o llevarlas a centros que colaboren con ellas. Por otro lado, y a la vez las más simples, es controlar las medidas de iluminación: apantallar las farolas para iluminar únicamente las zonas que se pretenda y no crear luz residual; bajar la intensidad de lámparas; cambiar el tono de luz a tonos naranjas o, el más importante, ¡apagar la luz!
De parte de CORI, gracias al programa El rompeolas de Onda Regional por hacer un hueco a las maravillas del océano una vez más y permitirnos seguir aprendiendo.